jueves, 28 de enero de 2010

Nana de la cebolla (Miguel Hernandez)

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La cebolla es escarcha cerrada y pobre.
Escarcha de tus días y de mis noches.
Hambre y cebolla, hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre mi niño estaba.
Con sangre de cebolla se amamantaba.
Pero tu sangre, escarchada de azúcar
cebolla y hambre.

Una mujer morena resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo sobre la cuna.
Ríete niño que te traigo la luna
cuando es preciso.

Tu risa me hace libre, me pone alas.
Soledades me quita, cárcel me arranca.
Boca que vuela, corazón que en tus
labios relampaguea.

Es tu risa la espada más victoriosa,
vencedor de las flores y las alondras.
Rival del sol. Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

Desperté de ser niño: nunca despiertes.
Triste llevo la boca: ríete siempre.
Siempre en la cuna defendiendo la risa
pluma por pluma.

Al octavo mes ríes con cinco azahares.
Con cinco diminutas ferocidades.
Con cinco dientes como cinco
jazmines adolescentes.

Frontera de los besos serán mañana,
cuando en la dentadura sientas un arma.
Sientas un fuego correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble luna del pecho:
él, triste de cebolla, tú satisfecho.
No te derrumbes.No sepas lo que pasa,
ni lo que ocurre.

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